En diversas ocasiones, me he encontrado con casos en los que el acreedor original de una deuda decide ceder su derecho de cobro a un tercero sin notificar adecuadamente al deudor sobre dicho cambio. Esta falta de comunicación puede generar una gran confusión, ya que el deudor, actuando de buena fe y sin conocimiento de la cesión, continúa realizando pagos al acreedor original. Como resultado, esos pagos no son reconocidos por el nuevo acreedor, quien incluso puede iniciar acciones de cobro adicionales.
Gracias a una gestión legal oportuna y estratégica, he logrado no solo la devolución del dinero pagado de forma indebida o la correcta aplicación de esos abonos a la deuda, sino también la negociación de condiciones de pago más justas y favorables para mis clientes. En varios de estos casos, he conseguido el cierre de procesos judiciales iniciados por el nuevo acreedor, al demostrar su falta de legitimación activa para ejercer acciones legales, debido a la cesión irregular o mal notificada del crédito.
Este tipo de situaciones pone en evidencia la importancia de proteger los derechos del deudor y de exigir transparencia en las relaciones contractuales, especialmente cuando se trata de la transferencia de obligaciones financieras.